domingo, 27 de marzo de 2011

[Hotel]

_Trabajar aquí es un deja-vu constante. De no ser por los números al costado de cada puerta, no se notaría diferencia entra planta y planta. Y yo, maldito Copérnico posmoderno.


_Se abre la puerta del ascensor, entro, y veo cerrarse el párpado de la caja sobre la alfombra verde, la puerta blanca, y el 707 del costado. Ahora, una línea frente a mi divide mi reflejo, y me da un ataque de literatura. Cuando el párpado vuelve a abrirse, número rojo parpadeando un 17, una especie de gelatina llena la caja. Todo tiembla, yo mismo tiemblo como de adentro. Me imagino lo ocurrido al otro lado, mientras mi ascenso en la caja. La puerta se cierra, y un grupo de entidades, digamos algo así como pelusas de colores, pequeños insectos con sombreros por caparazón, empiezan a reptar por las paredes. La caja no se eleva, es ilusión provocada por el sutil movimiento de muchas de estas insecto-pelusas bajo el suelo de la caja. ¡Placebo al oído medio! Y afuera, danzan alrededor de la puerta blanca, forman una alfombra sobre la alfombra, y se ríen, se ríen de mí con una risa como eléctrica.


_Cuando la caja vuelve a abrirse, todo en su lugar, la alfombra verde en el suelo, la puerta blanca parapetada en la pared, y el 1707 como sonriéndome con su número-uno-prueba-de-la-irrealidad-de-mis-delirios, algo ocurre. La caja palpita como un pulmón de acero, y de nuevo la gelatina.


_Y el sombrero, el pequeño sombrero tirado frente a mi en la alfombra verde, y que no me cae ni a la fuerza en el meñique.

1 comentario:

  1. ¿Porqué será que los hoteles modernos son tan monótonos que ni entre pasillo y pasillo se aprecia diferencia alguna?
    No quiero ni pensarlo.
    ...las pelusas hacen pensar en el deja vu...un toque de surrealismo justo Matías.

    Un abrazo.

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