martes, 9 de agosto de 2011

[Uno - Sami]

_ Fresia, museo de la sonrisa y la lágrima. Dueña, claro, de una curaturía extraña, única, como de salón sumergido o en llamas. Y vaya a saber uno a qué me refiero con estas palabras, pero por sobre todas las cosas, una estafadora, una de esas y grande. Mira que ir a comprar ese aparato por el precio de otro. Un reproductor de música de bolsillo, con audífonos y todo, me dices, con esa mueca que te cuelga de la boca. Esa que llamarías sonrisa si la vieras desde aquí, y yo mismo si no supiera que sabes eso que sabes. Y ahora que lo pienso un poco, bien podría ser una sonrisa. Sí, una confirmación irrefutable de que lo sabes y no te molesta, de que presionarás el pequeño botón plateado (como ahora), y cerrarás los ojos (como ahora), y el aparato hará lo suyo. Pero no darás dos pasos atrás como deberías, la boca los ojos abiertos, ni saldrás corriendo de casa sin decir palabra, solo para llegar al mesón de la tienda de artículos electrónicos y decir angustiada, Señor, me ha entregado por error una máquina del tiempo. No, no te veo hacerlo, solo sonríes mientras el viaje, mientras mi beso en tu frente y mis pasos al balcón. Mis pasos de cómplice, por cierto, y la ciudad que duerme esta noche como si esperara otras.