sábado, 22 de octubre de 2011

Imaginario en el asiento 38

     M es un pésimo fisonomista, no consigue recordar bien las facciones de un rostro, o suele mezclarlas con algunas inexistentes de manera arbitraria. En la vida de todos los días éste podría llegar a ser un problema, un saludo aludido, un sarcástico cambio de nombre, un silencio brillando en los dientes. Sin embargo, está lejos de echar a perder el juego que con tanto esmero ha ido perfeccionando. Es más, le brinda mayor emoción la corona de humo que aparece en lugar de cabeza a las personas que le hablan durante su imaginario, luego el tono, la altura, el color de voz, le ayudan a completar el puzzle del rostro, Señor, hemos llegado al terminal, y del humo salen ojos, nariz, orejas, una boca que termina la frase, cejas arqueadas, el auxiliar quiere terminar su turno y sin embargo éste hombre durmiendo en el asiento 38, M siente una mano que insiste en el hombro, y en el cuerpo imaginado un brazo se esfuma y nace otro que se dirige inmediato hacia él, se arquean aún más las cejas, de la boca sale una lengua bífida, un hilo de baba desciende rabioso hasta el suelo. M abre los ojos y el juego acaba, Fui condescendiente con éste pobre hombre, piensa mientras baja del bus, una lengua bífida le vendría tan bien con esa voz de víbora que pone cuando se enoja.

San Antonio, octubre 2011.

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